Sofía me pide que comente de manera resumida de qué se trata la práctica de la atención, y por qué considero que es una práctica tan importante. 

En primer lugar, le sugiero que busque en youtube una conferencia que hice en el marco del Máster en Meditación y Mindfulness de la Universidad de Barcelona. También le anuncio que, para profundizar, en algún momento daré una charla más amplia en el marco del podcast de el ARTE de EXISTIR.

Atención, en realidad, es la palabra que se usa en castellano para hablar de lo que en inglés se llama mindfulness y que, en origen, en India se llamaba Dhyana o Jhāna, según se diga en Pali o en Sánscrito. En sánscrito es Dhyana, y en Pali, que es una lengua de uso popular, se dice Jhana.

Cuando esta práctica pasó a China se llamó Chan, y luego cuando pasó a Japón se llamó Zen. 

Entonces decir Zen, decir atención, decir Mindfulness, decir meditación, son más o menos sinónimos. Y digo más o menos porque la verdad es que de lo que estamos hablando es de un estado de conciencia. No estamos hablando de algo que nosotros los seres humanos podamos “hacer”, producir. En realidad, es en cierto modo una aberración decir “hacemos meditación”. La meditación no se puede hacer, porque la meditación es un estado de conciencia. Es como si nosotros dijéramos el dormir, nosotros no podemos hacer ‘el dormir’: dormimos. Y cuando dormimos pasamos –está estudiado– por distintas calidades de sueño, que son distintos estados de la conciencia. A veces, estamos dormidos y soñamos; en otros momentos dormimos sin ningún tipo de sueño. Son dos estados de conciencia diferentes, y nosotros no los provocamos desde nuestra voluntad. No podemos decir “voy a hacer tal grado de conciencia”. Tampoco el despertar. En un momento dado, de la noche o de la mañana, el individuo que está dormido… despierta. Pasa de un estado de conciencia a otro estado de conciencia. Todos hemos comprobado que tampoco tenemos el mismo estado de conciencia nada más despertar, que después de tomarnos un café, o después de desayunar o después de darnos una ducha. Son estados de conciencia que van cambiando. A lo largo del día tenemos distintos estados de conciencia, pasamos por distintos estados. 

La llamada atención plena es uno de tantos estados de conciencia. A veces experimentamos ese estado de conciencia sin necesidad de practicar nada: ni meditar, ni mindfulness, ni necesitamos saber que esas cosas existen. Simplemente porque es propio de la condición humana, a veces, pasar por ese estado de conciencia que tiene algunas características. 

Si observamos a un grupo de niños que juegan y que están completamente entregados al juego, es evidente que esos niños están en ese estado de conciencia. Están plenamente presentes en la actividad que desarrollan, y durará un rato. En los niños es más accesible ese estado de conciencia. Los adultos tenemos más dificultad. A veces envidiamos esa capacidad de los niños. 

Pero no todos los adultos tenemos la misma dificultad. Conocemos personas como Picasso, por ejemplo, que tenía una creatividad artística extraordinaria. ¿Cómo explicaba él tanta creatividad? Diciendo que él seguía siendo un niño que jugaba con los lápices y con los carbones y con las pinturas. Él había guardado esa capacidad de estar presente, es decir, de poder manifestar su creatividad, que es una de las características propias de este estado de conciencia al que llamamos la atención.  

Hay gente que lo manifiesta cocinando,  trabajando, por ejemplo, no sé…tal vez como orfebres, carpinteros, o pintores de paredes o lo que sea… Son personas que están naturalmente, plenamente presentes en la tarea que están desarrollando. Ese es lo que llamamos el estado de atención, que no es una atención focalizada como cuando nos concentramos en una tarea. Por ejemplo, cuando en la escuela el maestro pide a los niños que focalicen su atención sobre lo que está escrito en la pizarra. O que se concentren para poder estudiar una lección. No. La atención de la que estamos hablando es otra, es una atención flotante, que no tiene un objeto, no está fijada en un objeto, sino que está abierta a lo que puede ir apareciendo en su campo. La conciencia es un campo, y la atención es una parte de ese campo que está allí, flotando, abierta a todo lo que pueda ir apareciendo en ese instante. Por eso hablamos de calidad de presencia, una apertura a los fenómenos que están sucediendo en el momento presente. 

Evidentemente hay muchos estudios que lo demuestran, hay muchos libros escritos sobre esto: acerca de la amplitud del campo del presente. Esto lo explica muy bien Eckhart Tolle en su libro El poder del ahora. Yo sugiero que lo leáis, hay que volver a leerlo para entenderlo bien, hay que practicar. Porque, justamente, ese poder viene del hecho de que nuestra vida se despliega siempre en el presente. Entonces, en el presente hay una plena potencialidad de Ser, toda nuestra potencialidad de Ser se manifiesta en el instante presente. Por lo tanto, cuando nuestra conciencia está en el presente, abierta a todo ese campo de posibilidades… se llena de poder, como dice Eckhart Tolle. 

Para no alargarme mucho más en la respuesta a a la consulta de Sofía, mencionaré dos o tres trucos (si se quiere llamarlos así) para practicar esta presencia. 

Todos hemos oído muchas veces la frase “aquí y ahora”  ¿Qué es este “aquí y ahora”? Cuando nos referimos al “aquí”, estamos refiriéndonos a nuestro cuerpo, porque nuestro cuerpo físico responde a las leyes de la física y no podemos no estar en este lugar exclusivamente, en este lugar, como materia física que somos. Entonces, si nuestra atención la dirigimos hacia nuestro cuerpo, ya tenemos un ancla que nos trae la atención a este lugar en donde estamos. 

Y el “ahora” es lo que mi cuerpo experimenta. En mi cuerpo todo el tiempo, las veinticuatro horas del día, se están produciendo movimientos energéticos que emergen a mi conciencia bajo la forma de sensaciones. Tenemos sensaciones corporales, desde las sensaciones más obvias, como podría ser el frío, el calor, la molestia, la fatiga, el dolor, el picor, la contractura, la tensión…a otras mucho más sutiles que podemos nosotros detectar si orientamos nuestra atención más al interior, hacia los órganos, hacia la circulación sanguínea, hacia las masas musculares, hacia el esqueleto…

Entonces, tenemos allí un campo de exploración infinito del tiempo presente. Porque esas sensaciones solo se están produciendo en este momento, y yo no las puedo percibir más que ahora. Si me permito una práctica de observación sutil de lo que me está sucediendo, mi conciencia vendrá al presente. 

Evidentemente,  para tener una percepción y, podríamos decir, una conciencia de lo que me está pasando en ese plano más sutil del cuerpo, necesito un poco de calma, un poco de lentitud, un poco de silencio. Y eso es la meditación. 

Es, de alguna manera, ir parando la actividad, ir centrando mi atención cada vez en cosas más sutiles. Cuando me entreno en percibir sensaciones sutiles, mi atención se afina. Mucha gente habrá oído hablar de la meditación Vipassana. En los retiros de diez días de vipassana, se empieza – dos o tres días, no recuerdo cuántos – solamente a hacer atención a las sensaciones que se producen alrededor de la nariz, como efecto de la entrada y de la salida del aire. En esos dos o tres días durante los que exclusivamente estás observando el fluir del aire en tus narinas, y cómo en tu cuerpo se produce una entrada de un aire siempre más frío que el que exhalas, empiezas  a descubrir esas diferencias y matices. Que no es lo mismo la narina derecha que la narina izquierda.  Que no es lo mismo a  un centímetro alrededor del agujero de la nariz que a tres centímetros…. Lógicamente, tu atención se afina, tu percepción se hace muy sutil. De modo que, luego, te será mucho más fácil, también, poder observar, ya no la sensación corporal, sino el pensamiento que está sucediendo en tu mente en ese momento, y también la emoción que estás experimentando momento a momento. 

Si practicas esto, con el tiempo te vuelves hábil, y rápidamente eres capaz de conectar con la detección de lo que te está sucediendo en un plano físico, en un plano mental y en un plano emocional. Porque, claro, en nuestra mente están circulando millones de cosas todo el tiempo. De la mayor parte no nos damos cuenta. 

La práctica de la atención es la práctica de una actitud de atención que tiene por característica no juzgar lo que se percibe. Cuando empiezas a juzgar lo que percibes, transformas tu percepción. Esto está íntimamente ligado con lo que también se ha descubierto hace unos cien años en el marco de la física cuántica: la manera de observar un fenómeno, transforma al fenómeno. Esto ya los meditadores chinos, hindúes… lo sabían hace siglos, milenios. 

Entonces, hay una actitud necesaria para aproximarnos lo más posible a la cosa en sí, al fenómeno en sí, sin incidir en el fenómeno. Y el juicio, la crítica, la opinión, la preferencia, la discriminación…efectivamente eso incide mucho sobre los fenómenos. 

Puesto que lo que nos interesa es conectarnos con lo que ES, practicamos una actitud meditativa, una atención flotante sin juicio, sin opinión, sin voluntad, sin buscar, sin pretender obtener nada. Todos estos deseos de obtener, de mejorar, de iluminarse, de conocer… todo eso distorsiona la práctica. La práctica en sí, en última instancia, consiste también en soltar, en renunciar, en abandonar pretensiones y objetivos y metas, que en realidad son objetivos y metas del YO. Ese yo psicológico o ese pequeño yo que es justamente un fruto de nuestra percepción pero que no tiene existencia real. 

Eso es lo que descubrimos cuando llegamos al conocimiento, justamente. Podemos observar a ese YO como un fenómeno pasajero, y dejar de identificarnos tanto con él creyendo que somos eso.