Pregunta de Mariana, desde Colombia: ¿Cómo puedo superar la impotencia de ver a mi madre apagándose por padecer Alzheimer?
Sin duda, es una situación muy dolorosa tanto para la persona que lo padece como para sus familiares. Yo le diría a Mariana que no se trata de superar esa impotencia: se trata de vivir esa impotencia.
Lo que la vida le pone delante en este momento es sentirse impotente ante la decadencia, la enfermedad y el sufrimiento de su madre. Hay ciertos sufrimientos de personas próximas a nosotros que -por mucho que amemos a la persona y por mucho que la apoyemos- no le podemos evitar. Este es uno de ellos.
Eso, claro, nos sume en un sentimiento de impotencia, de rabia, de frustración, de pena y tristeza. Mariana habla de su impotencia, con todo lo que conlleva. La vida le está proponiendo esa experiencia, y nunca la vida propone experiencias “equivocadas”. Por lo tanto, insisto, yo no hablaría de superarla sino de atravesarla, es muy distinto.
En la palabra superación hay un ansia de dejarla atrás, de que ya sea cosa del pasado. Prefiero usar la palabra atravesar porque eso implica un recorrido en la emoción, un recorrido en el sentimiento. Hay un tiempo destinado a sentirse impotente, y ese sentimiento no es gratuito. Es un sentimiento que, si Mariana se permite estar con él, respirarlo y atravesarlo (es decir, si se permite hacer un recorrido de la vida, durante un tiempo, con ese sentimiento) ella descubrirá zonas de sí misma que, sin ese recorrido, no descubriría.
No es algo que viene “añadido” a su recorrido existencial: ES su recorrido. Eso es lo que hay aquí, ahora, en su experiencia de vida. E insisto: no hay una experiencia de vida equivocada. Está en nosotros el poder abrirnos a la experiencia, para justamente descubrir el sentido, que no es otro que dilatar, ampliar nuestra consciencia, nuestro conocimiento de nosotros mismos.
Sin ese recorrido, Mariana no visitaría esos territorios que se van a revelar a su consciencia “gracias a ese sentirse impotente durante cierto tiempo”. Podemos suponer que la enfermedad de su madre, antes o después, acabará con la muerte; allí Mariana tendrá que confrontarse a otros sentimientos derivados de vivir la finitud, la tristeza, la soledad… todo lo que nos produce la muerte de un ser querido tan próximo. Si atraviesa este período de impotencia, si no le quita los ojos de encima, si no trata de dejarlo atrás, sino que transita un tiempo con ello y se deja vivirlo, llegará mucho más preparada para las emociones que le producirá el desenlace de esta enfermedad tan desgraciada.
Si una enfermedad nos hace sentir impotentes… ¡cuánto más impotentes nos hace sentir la muerte! Esto que ahora Mariana necesita atravesar es la preparación para lo que viene.Es así como la vida nos desarrolla; nos vamos formando interiormente a través de esa alquimia energética que significa vivir, respirar, atravesar nuestras emociones. Si nos queremos ahorrar este proceso de transformación interior, cuando nos llega la nueva situación (porque las situaciones son cambiantes, vamos evolucionando de una cosa a la otra, vamos mutando) a veces no nos sentimos preparados para afrontarlas. Porque hemos evitado vivir lo que tocaba en su momento. Entonces, simplemente, no superar, atravesar.