Me gusta empezar el día recorriendo el jardín. 

Mi paseo siempre acaba en un rincón rocoso y tranquilo, pura paz, que invita a la intimidad consigo mismo y con el universo. 

Allí, cada mañana, converso un rato con la gran piedra que encarna el alma del lugar. 

¿De qué hablamos…? De todos los asuntos que le pueden interesar a una piedra y a un hombre: del tiempo, de la luz, del canto de los pájaros, de las infinitas variedades del verde, de la soledad, de la belleza, del amor… 

Esta mañana, en el jardín, la piedra y yo hablábamos sobre la plaga de gusanos que –desde hace dos años- está acabando con las plantas de boje de gran parte de Europa y de nuestra región.

“No sé qué hacer, dije. No sé si comprar un veneno y fumigar, o no. He visto que, donde se fumiga, se salvan algunos bojes, pero los pájaros comen esos gusanos envenenados y la región se queda sin pájaros.” 

“Tienes razón”, dijo la piedra.” 

“No entiendo… ¿Qué me quieres decir?”

“Que tienes razón –repitió-. Si fumigas, tienes razón. Y si no fumigas… también.”

Así derivó nuestra charla hacia la posibilidad de “tener razón” y “detentar la verdad”.

“A lo largo de los años he oído infinitas discusiones y presenciado infinitas controversias sobre los temas más diversos, me explicó la piedra. Y no sólo en labios de personas o animales que han pasado por aquí (sí, los animales tampoco se ponen siempre de acuerdo entre ellos), sino en general, en el mundo.”

“¿Y cómo te enteras de lo que pasa en otros lugares, si siempre has estado y estás aquí, inmóvil?”

“Mi sentido de la audición no es limitado como el de un animal o un humano, ignorantes de su verdadera identidad. Yo, por ser parte de la Tierra –y por saberlo- soy yo en cualquier lugar de la Tierra, en cualquier tiempo. “

“Y esa… omnipresencia… ¿qué te ha permitido aprender acerca de la verdad?”

“Pues que nadie la tiene, y todos la tienen.”

“Me lo deberías explicar.”

“Todas las opiniones, todos los puntos de vista, todas las afirmaciones y las negaciones acerca de algo, forman parte de la verdad. Los que dicen “sí” y los que dicen “no” tienen razón, en el mismo momento. La verdad es sí, y no. La verdad incluye al que acierta, y al que se equivoca. Todo es verdad.”

“Pero… ¿y la mentira? ¿qué pasa con la mentira?”

“Es una parte inseparable de la verdad. ¿O pretendes que exista verdad sin mentira?”

“No, claro… es verdad, tienes razón.”