Fernando, argentino viviendo en Málaga, me escribe: “Jorge, tengo problemas con mi pareja, ella me dice que soy muy inseguro y esta inseguridad me genera ansiedad, quiero controlar todo, que las cosas salgan perfectas. Entonces voy boicoteando situaciones, en reuniones sociales, en la intimidad… Lo atribuyo a que tengo baja autoestima ¿Qué me podrías recomendar?”
Si una persona piensa o dice: “tengo baja autoestima”… tendrá que confirmarlo en la experiencia. Funcionamos por decreto, y si decretamos que tenemos baja autoestima, sin duda tendremos que vivir para confirmarlo en los hechos.
También: si Fernando desea ser fiel a su compañera, y su compañera le dice “tú tienes baja autoestima”, él por fidelidad tendrá que confirmarlo.
De modo que, si permanentemente se obstina en confirmar que tiene baja autoestima… nadie lo podrá ayudar. Ninguna recomendación le servirá, porque su voluntad es muy poderosa, y sin darse cuenta está viviendo para demostrar que tiene razón cuando dice que le falta seguridad, confianza y aprecio.
La pregunta de Fernando nos abre una ventana muy interesante para observar de qué manera nos relacionamos con nuestros pensamientos. La creencia de que tiene baja autoestima es un pensamiento que está en su mente, y él vive identificado con ese pensamiento, considerándolo verdadero. Puesto que está en su mente, sin duda allí tiene que estar también el pensamiento contrario; no podemos “pensar la mitad”, son opuestos complementarios. Por lo tanto, Fernando muy fácilmente podría buscar en su mente el pensamiento que afirma que él tiene muy alta autoestima.
Sería tan verdadero uno como el otro, son dos pensamientos. Si en un paso posterior Fernando buscara “el punto medio” entre el pensamiento de que tiene alta autoestima y el pensamiento de que tiene baja autoestima, encontraría un lugar de silencio, un lugar sin pensamiento acerca de su autoestima.
¡Y de ese silencio nace, justamente, la autoestima!
¡Esa es la fuente de la autoestima!
Ese silencio es su verdadera naturaleza: allí no hay pensamientos, no hay dualidades (alta/baja), no hay decretos…
Nuestra fuerza, nuestro poder, no vienen de nuestros pensamientos: vienen de quien somos (y no somos, claro está, nuestros pensamientos, que son simples fenómenos mentales que podemos observar en su caótica circulación).
Pero si no conectamos con quien somos, y vivimos alejados, alienados, de espaldas a quien de verdad somos… si ignoramos quién somos… tendremos que construir necesariamente un personaje con el cual identificarnos, para experimentar la sensación de “ser algo, ser alguien”.
Fernando está identificado con el personaje de baja autoestima que se boicotea. No es fácil salir de allí. Cuando uno está habituado a identificarse con algo que tiene ciertas características es muy difícil de soltar. Porque prefiere identificarse con alguien que tiene baja autoestima a no poder decir nada de sí mismo, es decir, solo YO SOY.
En uno de los episodios de El arte de existir, en la sección Diccionario, cuando empecé esa sección del podcast con la letra “A”, tuve dudas de si empezaba con la palabra “autoestima” o con la palabra “autoconocimiento”. Yo invitaría a Fernando a que escuchara ese episodio del podcast.
Allí verá que es muy difícil separar autoestima de autoconocimiento. La autoestima es el fruto de saber quién soy.
La autoestima no viene de mejorar o acrecentar nuestos atributos, o de leer más libros de autoayuda, no. Se trata, simplemente, de avanzar en el proceso de conocerse a sí mismo.
Fernando, en el lugar en donde dice “tengo baja autoestima” podría decir “vivo de espaldas a mí mismo, alejado de quien soy”, “interpreto un papel”, “me escondo detrás de una máscara” , “interpreto un personaje cuyas características son boicotearse en la vida y declarar que tiene baja autoestima”.
Sí, porque ese, el que me escribió para plantearme la pregunta, es un personaje, no es él; y si sigue identificándose con ese personaje, con esa máscara, tendrá exactamente lo que dice, porque ese personaje tiene esas características.
A Fernando le falta comprender y, sobre todo, EXPERIMENTAR, SENTIR, que quien nosotros somos, profunda y auténticamente, no tiene ninguna característica. Somos lo que realizamos en nuestra conciencia cuando decimos exclusivamente YO SOY. En cuanto le añades algún adjetivo o algún atributo… te alejas de quien eres, y pasas a hablar del personaje.
Mi sugerencia es que emprenda un camino de autoconocimiento. ¿Cómo se hace? Hay infinidad de mapas. Lo importante NO es qué ruta va a tomar, sino que adopte -en cualquiera de esas rutas-, la actitud, la intención de llegar a contactar con quien de verdad él ES.
La meditación puede ser un buen camino, y hay muchas variantes de la psicoterapia que lo pueden ayudar. En la literatura universal encontramos muchos ejemplos de “viajes iniciáticos” o la narración de acontecimientos de carácter iniciático. ¿Qué quiere decir “iniciático”? Que te inician en la vía hacia ti mismo. Entonces, da igual la opción que Fernando vaya a tomar, pero, sin duda es urgente para él emprender ese camino, y yo se lo deseo fervientemente.